miércoles, 9 de enero de 2008

continuación...




...Ya en el año 1600 aproximadamente nació un hombre que transformó la pedagogía: Jan Amós Comenius .
“La revolución astronómica proclamada por Copérnico, en la cual demostraba su teoría heliocéntrica, la cual determinaba como centro de nuestro sistema planetario al sol y no a la tierra, hace deducir por analogía al joven Comenius que el centro del sistema escolar no era el maestro, considerado así en ese entonces, sino el alumno; dando nacimiento al paidocentrismo en pedagogía”(1). Éste concibe la educación como un sistema donde el niño y el sujeto del acto educativo en general es el centro de la atención.

Es así que más adelante, Carl Rogers, en su libro “La persona como centro”, considera este pensamiento, y además afirma: “las capacidades cognitivas deberían asociarse a un mejor conocimiento de sí mismo y del comportamiento interpersonal” Palabras que necesariamente se hacen indispensables en el estilo de nuestra enseñanza. Durante mucho tiempo, el objetivo de la enseñanza se reducía a la esfera de los valores intelectuales (inteligencia y ciencia)

Pero, ¿Cuál es el objetivo? Queremos que nuestros alumnos aprendan a aprender. “Aprender a aprender es, sobre todo, una actitud ante la vida, ante el mundo y ante uno mismo. Una actitud inteligente cuya base está en la habilidad con la cual manejamos nuestras propias herramientas para seguir aprendiendo” En este proceso de aprender a aprender queremos que nuestros alumnos(as) sean capaces de identificar y reconocer sus habilidades y competencias que le permita percibir que es un ser con potencial, que según Aristóteles, “es la capacidad de ser algo en el futuro, capacidad de llegar a ser algo que está comprendido en la esencia o naturaleza de la realidad que actualmente se es” Lo esencial, es que comprenda, desde una mirada de la esperanza, que nadie puede determinar hasta donde puede llegar. Sólo él puede decir hasta dónde (control sobre sí mismo)

Mi planteamiento consiste en erradicar conceptos como Determinismo, Condicionamiento, Desesperanza aprendida y Profecía autocumplida, más conocida como Efecto Pigmalión.

Lamentablemente, los educadores, en su quehacer profesional, conciente o inconcientemente se convierten en partidarios de estas ideas...

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